La melancolía me pilla desprevenida y hurga en heridas que creí sanadas y escuecen nuevamente. Me digo: Qué ilusa eres.
Qué queda de aquella que fuí y antes de convertirme en la que ahora soy?
Muy poco o nada.
La vida no es lo que pensaba y la decepción siempre me acompaña.
Sonrío y soy amable. Falsa? no lo soy. Las heridas son mías y a nadie se las daría.
Es un escrito y no...
Verónica O.M.