Se conocieron en esas rampas de unos grandes almacenes...
Ella subía por una, y él bajaba por la otra.
Cruzaron sus miradas y, al llegar al final de ella, el joven subió por la otra rampa. Era tal su entusiasmo, que corrió por la pendiente metálica y hasta llegar a la planta superior.
—Y la chica? no la veo.
Ella estaba sentada en un banco y al verlo pasar lo reconoció.
—Me buscabas?
Y ese fue el comienzo de esta historia de amor.
Al poco se casaron.
Verónica O.M.